La Autoestima en los Adolescentes


Autoestima en Adolescentes

El autoconcepto, la autoestima y la percepción de autovalia son tres conceptos fuertemente relacionados entre sí. El autoconcepto se define como un sistema de creencias que el individuo considera verdaderas respecto a sí mismo, las cuales son el resultado de un proceso de análisis, valoración e integración de la información derivada de la propia experiencia y la retroalimentación de los otros significativos (González-Pienda, Núñez, Gonzalez-Pumariega y García, 1997).

Cuando se analiza el efecto de las contingencias de reforzamiento en la autoestima, se encuentra que ésta fluctúa en respuesta a aquellos acontecimientos que a lo largo del desarrollo del individuo han ido adquiriendo un valor de contingencia para su percepción de autovalía (Crocker, Luhtanen, Cooper y Bouvrette, 2003; Crocker, Sommers y Luhtanen, 2002; Crocker y Wolfe, 2001).


Son términos que tienen relación ya que se refieren a lo que el individuo percibe de sí mismo y es el concepto que se va formando a lo largo de la vida, la estima que puede sentir hacia su persona en la que puede evaluar sus sentimientos, pensamientos y experiencias, también relacionada con la autoimagen que es el concepto que se tiene de uno mismo que se trata de reconocer nuestras cualidades y defectos.

La autoestima fluctúa, así, en función de las circunstancias específicas que experimenta el individuo, y afecta de forma importante a su motivación. Al depender su autoestima principalmente de los resultados que se producen en ciertas áreas específicas, los jóvenes están motivados por obtener éxito y no fallar en su consecución, experimentando las emociones positivas intensas y elevada autoestima que resultan del éxito, y evitando las emociones dolorosas y baja autoestima que resultan del fracaso (Crocker et al., 2002; Crocker, Brook, Niiya y Villacorta, 2006). Según el análisis de Dubois y Tevendale (1999), los jóvenes tienden a realizar aquellas conductas que satisfacen sus contingencias de autovalía, lo que facilita la obtención de resultados positivos que les provocarán emociones positivas y contribuirán, a su vez, a fortalecer su autoestima en las áreas implicadas (Dubois y Tevendale, 1999).


La autoestima depende mucho de las situaciones que la persona atraviese siendo un factor importante para su motivación, ya que su autoestima depende mucho de los resultados que se puedan obtener, los jóvenes están motivados para tener éxito y no fallar en lo que hacen y de esta manera evitarse malos ratos y sentir que no son útiles o que no pudieron con la circunstancia que se les presento, pero que sucede si esto no es así pueden atravesar emociones dolorosas y con esto una baja autoestima que vendría acompañado con un sentimiento de fracaso. Los jóvenes de realizar las conductas que tienen mayor importancia para ellos lo que favorece para obtener más resultados positivos que vendrán a contribuir con las emociones positivas y de esta manera se fortalece su autoestima, que si estos niveles son alcanzados vendrían a producir efectos a nivel conductivo y conductual por tanto una autoestima alta se asocia a una idea menos negativa de lo que puede ser estrés cotidiano.

Los jóvenes con una autoestima elevada informan también de que disfrutan de más experiencias positivas y son a su vez más eficaces en el afrontamiento de experiencias negativas, generando respuestas más adaptativas tras el fracaso (Dodgson y Wood, 1998; Tashakkori, Thompson, Wade y Valente, 1990). Realizan, a su vez, una mayor planificación de las respuestas en el ámbito académico (Gázquez, Pérez, Ruiz, Miras y Vicente, 2006) y obtienen, en general, niveles superiores de éxito académico (Lerner et al., 1991). Mantener un autoconcepto elevado en el ámbito académico favorece, junto al éxito en dicho ámbito, una mejor percepción de auto-eficacia y el uso de más y mejores estrategias de aprendizaje, las cuáles facilitan un procesamiento profundo de la información (García Fernández et al., 2010; Gargallo, Garfella, Sánchez, Ros y Serra, 2009; Núñez et al., 1998). En cuanto a las relaciones interpersonales, los adolescentes con una alta autoestima se muestran menos susceptibles a la presión de los iguales (Zimmerman, Copeland, Shope y Dielman, 1997), obtienen mejores impresiones por parte de éstos (Robins, Hendin y Trzesniewski, 2001) y se muestran más cercanos (Neyer y Asendorpf, 2001).


El presentar una autoestima alta nos dice que los jóvenes pueden disfrutar más de sus logros ya que tienen experiencias positivas y se les es más fácil afrontar las que no lo son tanto así minimizan la importancia del fracaso que se tuvo en la tarea que realizaron, pueden presentar mejores resultados en el ámbito académico obteniendo mayor éxito y mantener un concepto elevado en el ámbito académico favorece a tener una mayor satisfacción y las ganas de seguir haciendo no solo bien las cosas si no excelentes ya que no solo es satisfacción propia si no satisfacción para las personas que están en su círculo y cabe mencionar que cuando se es joven se necesita que alaben nuestros logros para que los demás se sientan orgullosos de lo que se está logrando también una autoestima alta contribuye a las relaciones con iguales ya que pueden desenvolverse con más confianza.

Cuando los jóvenes con menor autoestima experimentan fracaso en áreas que son relevantes para su autoestima, llevan a cabo un afrontamiento menos eficaz. Así, tienden a sobregeneralizar los fracasos (Kernis, Brockner y Frankel, 1989) y dirigen sus conductas a evitar las emociones negativas que éstos les producen (Park y Maner, 2009). Como indican Crocker y Wolfe (2001), el individuo que desde edades tempranas aprende respuestas de evitación para afrontar experiencias que le producen emociones negativas puede llegar incluso a tener dificultades para afrontar eficazmente estas situaciones, lo que hace probable que los fracasos se repitan, retroalimentando así una baja autoestima. Esto puede contribuir, a su vez, a que sus conductas se dirijan, incluyendo las socialmente conflictivas, a satisfacer su autoestima aun a expensas de otras metas que podrían resultarle más satisfactorias.


Debido a los fracasos los jóvenes tienden a presentar una autoestima baja debido a que se pueden presentar sentimientos de inconformidad de pensar el porque me salió mal y el culparse por no haberlo hecho mejor y se obtiene un afrontamiento no tan satisfactorio y no todos los jóvenes lo llevan de la misma manera y algunos crean respuestas evitativas para afrontar este tipo de situaciones cabe mencionar que las personas más cercanas a los jóvenes juegan un papel importante para ayudar a este a llevar su fracaso porque muchas veces necesitan que les digan que si pueden que se hará mejor a la próxima y no juzgar y condenar el hecho de que pudo haberse equivocado ya que a lo largo de la vida se enfrentaran con muchas situaciones de las cuales no se tiene control y se fracasa pero todo radica en ser positivo y confiar en nuestras capacidades y salir a flote.

La adolescencia temprana se ha considerado, en particular, un periodo especialmente relevante para la formación de la autoestima, en la cual los individuos se muestran vulnerables a experimentar una disminución en la misma esta etapa se caracteriza por la experiencia de acontecimientos novedosos y a veces estresantes que suponen un desafío para la visión que los adolescentes tienen de sí mismos (Steinberg y Morris, 2001; Twenge y Campbell, 2001) y su estabilidad emocional (Larson, Moneta, Richards y Wilson, 2001). Así, los jóvenes de estas edades manifiestan, con frecuencia, no sólo una disminución sino también fuertes fluctuaciones en sus niveles de autoestima, las cuáles tienden a disminuir conforme avanza la adolescencia y se alcanza la edad adulta (Block y Robins, 1993). Hirsch y Dubois (1991) muestran que tanto la disminución como las fluctuaciones en autoestima global que se producen en la adolescencia temprana se encuentran conectadas con experiencias negativas significativas como las dificultades académicas o la pérdida de apoyo por parte de los iguales. Los adolescentes con una autoestima inferior son a su vez más vulnerables al impacto de los acontecimientos cotidianos que los que presentan una mayor autoestima (Campbell, Chew y Scratchley, 1991). Sin embargo, los adolescentes sufrirán más dificultades en su conducta futura cuanto más breves y rápidas sean las fluctuaciones en autoestima incluso independientemente de su nivel medio de autoestima a lo largo del tiempo (Crocker et al., 2006; Kernis, Grannemann y Barclay, 1992).

Se considera la adolescencia como un periodo importante para la formación de autoestima pero en esta misma etapa los jóvenes pueden también presentarse vulnerables en la disminución de ella ya que, es una etapa en la que los adolescentes tienen experiencias agradables y desagradables, esto puede ser un desafío para el autoconcepto que este tenga de sí mismo y pueden presentar una disminución es su autoestimas la cual puede disminuir o avanzar mientras se alcanza la edad adulta.

Es destacable que una autoestima baja durante la adolescencia es un factor de riesgo para diversos problemas en la edad adulta. En un estudio longitudinal, Trzesniewski et al. (2006) encuentran que los individuos con baja autoestima en la adolescencia tienen un riesgo mayor de sufrir una peor salud física y mental en la edad adulta, una peor proyección laboral y económica, y una mayor probabilidad de verse implicados en actuaciones criminales, en comparación con los adultos que presentaban una elevada autoestima cuando eran adolescentes. Este conjunto de hallazgos permite concluir que mejorar la autoestima en adolescentes puede resultar útil para prevenir un amplio rango de problemas de conducta, emocionales y de salud tanto en la propia adolescencia como en la vida adulta.


es fundamental una autoestima alta para que podamos ser personas con una salud mental sana poder estar satisfecho con lo que somos y lo que podemos lograr, sabemos que se nos presentaran muchas adversidades pero poder enfrentarlas y sacar lo mejor que tenemos sabiendo que somos capaces es lo primordial ya que si logramos una buena autoestima sabemos que nos podemos caer pero que no vamos a flaquear y es fundamental para salir adelante pero cuando no se tuvo una buena resolución de esta en la adolescencia será muy difícil cuando lleguemos a la edad adulta todo lo veremos cuesta arriba y siempre creeremos que no podemos y que no servimos para nada y vamos a tender a compararnos con los demás adultos y si tenemos una buena autoestima desde la adolescencia tendremos un mejor resultado en esta y cuando seamos mayores. No solo tiene que ver la autoestima alta con lo que seamos capaces de lograr también tiene que ver en cómo nos vemos, nos sentimos y actuamos.

Se han encontrado diferencia de género, aunque en la infancia ambos sexos presentan niveles similares de autoestima, en la adolescencia hay diferencias. En este sentido, existe una tendencia por los varones a tener una mejor autoestima que las mujeres, esta mayor autoestima en los varones podría atribuirse a que el impacto negativo de muchos de los cambios físicos propios de la pubertad es mayor para las mujeres además, se tiene en cuenta la diferencia de los estereotipos y roles de género, sin dejar de considerar que las diferencias de género en los procesos de socialización a nivel familiar y cultural, tienen como resultado que las posibilidades y experiencias se amplíen de forma más clara para los varones.

Otro resultado es que las adolescentes tienen una mayor imagen negativa del cuerpo, ellas tienen manera más crítica sobre su apariencia física, están menos satisfechas con la forma de su cuerpo y evalúan negativa su aspecto, que es de gran importancia.

La autoestima no es innata se adquiere y se va desarrollando a lo largo de toda la vida a través de las experiencias, se aprende cambia y se puede mejorar  aunque este aprendizaje generalmente no es intencional, es posible favorecer las condiciones en cada uno de estos contextos para que pueda formarse de manera adecuada en los adolescentes.

La autoestima tiene mucho que ver con la vida escolar ya que la autoestima del adolescente influye en su motivación académica y en el desarrollo de un estado emocional favorable, esto va relacionado a la formación de los docentes sobre los elementos que apoyan la autoestima, autoeficacia, autoconcepto y autorrealización tomando en cuenta la autoestima como un aspecto inclusivo en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Los adolescentes que presentan un autoestima alta se sientes queridos en su entorno se motivan para aprender, probar nuevas cosas, les gusta aventurarse a conocer el mundo, se interesan por lo que puede pasar en su futuro y procurar solucionar sus problemas de una manera efectiva, se hacen cargo de sus responsabilidades y sobre todo conocen sus fortalezas y debilidades pueden aceptar críticas y tiene un buen autoconcepto y mantienen una relación saludable con su entorno.

Los adolescentes con una autoestima baja no están motivados con nada cree que son inferiores a los demás tienen poca confianza en sí mismo y en sus capacidades sienten que no son buenos en nada de lo que hacen incluso llegan a pensar que nadie los quiere y en muchas ocasiones esto está acompañado de su apariencia que no les gusta como luce y rechazan las actividades que involucren a más personas.

Es la etapa adolescente fundamental para poder crear una buena o mal autoestima los familiares y docentes deben de estar atento a las señales que pueden enviar los jóvenes muchas veces no nos percatamos que necesitan que les digamos lo bien que pueden hacer las cosas o lo importante de que se pongan un reto y lo superen, decirles que pueden mejorar y que son perfectos con su apariencia física que uno de los factores que más influye.

https://www.redalyc.org/pdf/560/56024657005.pdf

https://www.google.es/amp/s/lamenteesmaravillosa.com/la-falsa-autoestima-una-mascara-para-ocultar-el-desanimo/amp/


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